Hay quienes opinan que para ser felices y estar en paz hay que vivir sin pensar. Creen que los pensamientos son sus enemigos, los que les impiden lograr el estado de calma anhelado, y dedican tiempo y esfuerzo a erradicarlos o apartarlos de su cabeza.
Sin embargo, este tipo de creencias producen el efecto contrario y refuerzan el malestar psicológico, ya que, por un lado, parten de la base equivocada de que deben darse ciertas condiciones para poder vivir la paz y la felicidad que somos y, por otro, presuponen que existimos como una entidad que tiene control sobre el pensamiento.
¿Cuál es entonces la manera de lograr alcanzar ese estado de mayor calma y bienestar? Un camino lo encontramos a través de la meditación y la autoobservación: con ellas podemos advertir cómo el pensamiento surge en la conciencia sin control alguno por nuestra parte.
La meditación no propone una vida sin pensamientos. El pensamiento no es malo. La realización interior no pasa por luchar contra el pensamiento y derrotarlo, sino más bien por advertir, en la experiencia directa, cómo la aparición o no del pensamiento no afecta a la paz que somos. Sin embargo, es cierto que a medida que el meditador profundiza en el conocimiento de sí mismo, un tipo de pensamiento (pensamiento egoico) irá desapareciendo y otro (pensamiento presencial) se irá afinando.
Un pensamiento es egoico cuando proviene del sentido de carencia, que es la raíz del ego. Emerge para desviar la atención y evitar afrontar el malestar de un modo directo y pleno. Por ejemplo, son pensamientos egoicos: “Voy a ver Instagram antes de ponerme a redactar el informe”, “ojalá hubiera hecho las cosas de otra manera”, “seré feliz cuando encuentre pareja”, “si hubiera estudiado derecho ahora tendría más dinero”, “¿por qué me ocurrió eso a mí?”…
Si eres de los que aún creen que pueden controlar el pensamiento, te invito a realizar una práctica muy sencilla. En este mismo momento cierra los ojos y trata de pasar unos minutos sin pensar. Detente y advierte si surge o no pensamiento. Toma conciencia de cuál es el siguiente pensamiento que entra en escena una vez hayas tomado la decisión de no pensar. Es más que probable que no te quede otra que reconocer que la aparición o no de pensamientos no está bajo tu control.
En cambio, un pensamiento es presencial cuando no surge como un modo de compensar un malestar existencial. Se trata de un pensamiento funcional y creativo porque es adecuado a lo que está sucediendo y es aplicable y práctico. Por ejemplo, si el hijo del vecino me rompe un cristal de un balonazo, pensamientos egoicos podrían ser: “¿por qué a mí?”, o “cuando me marche de aquí y me mude seré feliz”; mientras que un ejemplo de pensamiento presencial sería: “voy a hablar con su padre”.
Gracias a la meditación como vía de autoconocimiento, el pensamiento egoico va desapareciendo porque nos damos cuenta de que no es voluntario ni útil y perdemos el interés en él. Además, esta mayor conciencia de cómo funciona la mente nos lleva a un mayor bienestar y es, entonces, menos necesario recurrir al pensamiento egoico para compensar el malestar. Este reconocimiento del bienestar interior debilita los apegos y todos los pensamientos relacionados con los mismos.
Pero, no es suficiente con saber que el pensamiento egoico no es voluntario: para que desaparezca y nos permita sentir el bienestar interior es necesario verlo por nosotros mismos. En ese punto, el papel de la meditación y la auto-observación es clave para ayudarnos a ver. Conocer por propia experiencia cómo funciona la mente es lo que promueve los cambios en los patrones de pensamiento y actitudes internas, dando paso a una forma de vivir donde se dan menos pensamientos y los que aparecen son más funcionales y creativos.
Si en lugar de controlar el pensamiento egoico nos enfocamos en observar el malestar que trata de evitar, este irá desapareciendo. El pensamiento egoico no es una acción que llevamos a cabo, sino que es la consecuencia directa de nuestro nivel de sufrimiento. Solo cuando no tratamos de controlar el pensamiento podemos conectar con la felicidad.
*Artículo de Jordi Casals publicado previamente en Saludterapia
Recomiendo los libros:
La alegría sin objeto de Jean Klein, El diamante en tu bolsillo de Gangaji y La meditación auténtica de Adyashanti
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