La realidad puede compararse con una ilusión óptica. Piensa en la imagen en que, dependiendo de cómo la mires, puedes ver a una anciana o a una joven. Este fenómeno visual no es solo un truco para la vista, sino también una metáfora sobre nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos. Tenemos la oportunidad de cambiar nuestra forma de ver el mundo, pasando de una visión limitada y condicionada por creencias de separación y existencia individual a una percepción más amplia y profunda, donde se da la conciencia de unidad y se advierte la no existencia separada.
El camino espiritual comienza con la toma de conciencia de la unidad. Se trata de ver y sentir la experiencia presente desde esta conciencia y no de realizar prácticas concretas con la esperanza de alcanzar un estado superior. Toda transformación espiritual es consecuencia de descubrir esta nueva perspectiva, pues, de otro modo, las prácticas espirituales solo refuerzan la sensación de separación, perpetuando la ilusión de ser una entidad separada.
La ciencia ha demostrado que lo que percibimos no tiene una existencia independiente de nuestra percepción. Un claro ejemplo es el color. Los colores no existen en los objetos, son una representación de la mente basada en la luz reflejada. Místicos y artistas llegaron a conclusiones similares mucho antes de que la ciencia lo corroborara, reconociendo que el mundo exterior es una apariencia, una manifestación en la conciencia.
Recuerdo una prueba de daltonismo cuando era pequeño en el colegio que me llevó a reflexionar sobre la percepción de los colores. Animales como los perros ven la realidad en gamas grises; ¿cómo es entonces la realidad? Este interés me llevó a una experiencia donde la toma de conciencia dejó de ser meramente intelectual y se convirtió en una emoción real. Me di cuenta de que todo lo que percibía aparecía dentro de mí: color, forma, textura, sonido, sabor, incluyendo el cuerpo con el que me identificaba. Así, comprendí y sentí que no podía ser este cuerpo, ya que toda la experiencia (incluida la del cuerpo) aparecía en la unidad de la conciencia.
Durante mucho tiempo, esta advertencia fue episódica, pero un día se hizo más profunda. Mientras conversaba con amigos, sus voces dejaron de ser algo externo que recibía a través del oído; no había separación porque ya no estaba identificado con el cuerpo. Me di cuenta de que tanto esas personas como la que yo creía ser no existían más allá de la percepción que les daba forma y vida. No había nada separado de esta percepción que nos unificaba.
A raíz de empezar a vivir desde la unidad de conciencia, la relación con mi cuerpo cambió. Al ser observado desde la desidentificación que otorga la nueva perspectiva, el cuerpo se vuelve más receptivo y sensible. Las sensaciones corporales se sienten de un modo energético, como campos magnéticos y flujos eléctricos. Se da una transformación en el cuerpo, permitiéndole servir de instrumento para expresar las potencialidades del mundo espiritual.
Esto, además, despierta habilidades terapéuticas. Surgen nuevas capacidades y se agudizan los sentidos. Es posible, por ejemplo, oler los estados emocionales o tener sueños premonitorios donde se recibe información sobre situaciones conflictivas de otros. También el cuerpo desarrolla nuevas funciones como la de absorber cargas residuales que permite aliviar las tensiones de otras personas, y la canalización energética que favorece la creación de campos electromagnéticos capaces de activar los centros espirituales.
En mi consulta, la conciencia de unidad está muy presente, lo que facilita que, a través de la escucha dinámica y la imposición de manos, la energía que bloqueaba y reforzaba la sensación de separación de mis pacientes se libere. Así, estas personas se abren a su propia fuente de bienestar, lo que conlleva cambios en sus patrones de pensamiento y nuevos hábitos de conducta.
Cuando ves que lo que considerabas “mundo exterior” está hecho de percepción, y que esta es tu propia naturaleza, ya no puedes dejar de sentirlo. La toma de conciencia de la unidad es la entrada al mundo espiritual, donde no hay cosas separadas, sino que todo está unificado en sí mismo y hecho de sí mismo. Emprender el camino espiritual consiste en asentar esta visión que reorganiza las energías, permitiéndonos vivir desde esta nueva base de identidad espiritual. Durante este proceso, se experimenta una transformación física y energética que abre nuevas capacidades tanto sanadoras como de creatividad, intuición y empatía.
Si deseas transitar de forma directa al camino espiritual, puedes tomar conciencia ahora de cómo lo que estás percibiendo está siendo percibido en tu interior. Comienza por observar tu experiencia presente. Puede que veas esta pantalla, quizá una habitación con muebles y otros objetos, quizá las manos y piernas de tu cuerpo, y claro, una voz en off que repite mentalmente estas palabras. Pero… ¿Dónde aparece todo lo que percibes? ¿Dónde está tomando forma? Y… ¿Desde dónde está siendo observado? Si lo sientes, esto es todo, puedes descansar aquí. Esta es la meta y el camino. Al advertir y mantener la perspectiva de la unidad, se van deshaciendo sin esfuerzo los patrones que refuerzan y perpetúan el sentido de separación en nosotros.
Al igual que en la imagen de la anciana y la joven, una vez que descubrimos la unidad de conciencia, podemos volver a ella y, a medida que se asienta la nueva perspectiva, empezamos a sentir las consecuencias. Así es como el mundo cotidiano se vuelve espiritual.
Recomendación de la lectura La biología del presente de Sergi Torres y David del Rosario
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Santiago dice
Gracias por todo está visión de la espiritualidad
Jordi Casals dice
Muchas gracias por tus palabras
Dayami dice
???? jaja, me da gracia porque la primera vez que me mostraste esta imagen sólo veía a la vieja, y tarde mucho para poder ver la joven, y ahora no soy capaz de ver la vieja.
A mí en particular me cuesta ver del todo la unidad, y trato advertirlo, me pasó algo una vez ,o mejor dicho en más de una ocasión sentí la voz de mis hijos y la escena que estaba observando como si fuese lejana, quiero decir como si estuviese viviendo en un sueño, fue muy raro, era como si nada formara parte de mí, luego me pasó en la bici algo súper raro, el carril de bici y la calle se me unieron en mi visión y menos mal que fue por unos segundos porque me sentí muy confundida. Gracias por el artículo me ha parecido muy interesante ???? ????
Reyes Gómez-Aleixandre dice
Jordi, mil gracias por compartir esa visión consciente. Generas más visión consciente.
Jordi Casals dice
Muchas gracias a ti Reyes!