Al leer mi anterior artículo sobre la esperanza, un lector me preguntó “¿Cómo puede alguien ponerse a estudiar si no tiene esperanza de aprobar el examen?” Para responder a esta cuestión, voy a remarcar las diferencias entre ilusión y entusiasmo.
Es natural desear aprobar el examen, siempre y cuando nuestra felicidad no dependa de si aprobamos o no: la esperanza como preferencia no implica apegarse al resultado. Es humano e involuntario tener preferencias. Tener deseos no es impedimento para ser feliz, pero vivir apegado a los resultados es una señal de que nos hemos desviado del camino de la felicidad.
Como ya vimos en el artículo mencionado, vivir sin esperanza-apego no significa vivir en la apatía y la depresión, sino todo lo contrario. Una persona que no se basa en la esperanza es más propensa a vivir felizmente en el más puro entusiasmo. Pero ¿qué es el entusiasmo y en qué se diferencia de la ilusión?
Cuando se está internamente bien es fácil dar lo mejor e implicarse en las actividades del día a día. A esta motivación interna la llamo entusiasmo. La palabra entusiasmo proviene del griego y significa “sentir la gracia de Dios dentro de ti”. En el entusiasmo la motivación no depende de los posibles resultados, no está enfocada en el futuro, sino en disfrutar de lo que se está haciendo en el presente. El entusiasmo asienta la atención en la experiencia presente facilitando que lo que somos pueda expresarse de un modo más genuino en cada momento y situación. El entusiasmo es felicidad en movimiento.
Las ilusiones, en cambio, son motivaciones externas que nacen del sentido de carencia: creo que necesito algo que no está aquí para ser feliz. La palabra ilusión proviene del latín y significa “imagen que no tiene verdadera realidad”. La ilusión genera pensamientos constantes acerca de un posible futuro más apetecible que, idealizándolo, imaginamos que nos aportará una felicidad real. Esto refuerza nuestra desconexión de la experiencia presente, fuente de verdadera felicidad. La ilusión es una manta con la que cubrir momentáneamente nuestro malestar existencial, evitando escucharlo.
¿Por qué surgen las ilusiones?
La ilusión funciona como una distracción. De manera subconsciente, cuando hay malestar evitamos sentirlo y un modo de hacerlo es ilusionándonos por algún cambio futuro. Así, en vez de prestarle atención a nuestros malestares presentes y sus causas, nos evadimos en las ilusiones. Las ilusiones son formas de evitar el autoconocimiento.
El proceso que nos lleva de una vida de ilusión a una vida de entusiasmo podría ser como sigue:
1. Pasamos una parte de la vida ilusionados por un futuro repleto de cambios, trabajo, pareja, viajes, una nueva vida…
2. En algún momento de nuestra madurez empezamos a darnos cuenta de que la felicidad no se encuentra en los objetos de deseo, ya sean estos cosas, lugares, experiencias o personas.
3. Esta toma de conciencia nos lleva a interesarnos por cómo estamos funcionando. Así descubrimos dos cosas acerca de las ilusiones: cómo la ilusión se forma para tratar de evitar sentir un malestar existencial (aburrimiento, soledad, tristeza, etc), y cómo se idealiza el objeto de deseo superponiendo cualidades que no posee.
4. Despierta el interés por el autoconocimiento. Dejamos de dar validez a las ilusiones. Conocer el malestar existencial se vuelve prioritario. Así empezamos a dedicarle tiempo a observar.
5. Al no ser arrastrados por las ilusiones, empezamos a vivir más profundamente. Hay más silencio, ya que la atención está más enfocada en observar sensaciones y menos en escuchar pensamientos. Cortamos el proceso mental, mecánico e inconsciente, de ilusionarnos, que nos mantiene en la superficie de la vida y nos impide entrar en contacto con nosotros mismos.
6. Descubrimos en nosotros una nueva perspectiva desde la que observar el malestar existencial. Así, tomamos distancia de él, nos toca menos, y ya no sentimos la necesidad de librarnos de él. De esta forma la sensación que causaba malestar puede ser realmente observada con genuino interés por conocer cómo es y cómo se expresa. El malestar existencial desaparece en la experiencia al escucharlo desde esta nueva perspectiva que no lo rechaza y que no necesita librarse de él para estar bien.
7. Desde esta nueva actitud, nuestro bienestar ya no depende de las proyecciones mentales sino de la propia sensación de ser. Es aquí donde el entusiasmo toma el mando de nuestras acciones. Así empezamos a hacer las cosas desde la plenitud interna y no desde la necesidad exterior.
¿Qué cambio supone vivir desde el entusiasmo?
Las personas cuyas vidas están regidas por las ilusiones, viven en una felicidad que no es real, con necesidad de unas condiciones determinadas que se fuerzan, desgastando energía inútilmente, cargando la existencia de un peso innecesario que impide fluir. La queja, la culpa, la frustración es una constante para estas personas, incapaces de liberarse de ese estado de insatisfacción crónica y decepción, que solo se interrumpe entre ilusión e ilusión.
En cambio, las personas verdaderamente entusiastas se sienten a gusto allá donde van, son menos demandantes y de más fácil y rápida adaptación, desarrollan sus actividades contentas e implicadas por el gusto de hacerlas bien, contagian su energía y motivan a los demás de forma natural y sin esfuerzo. Fluyen con la vida sin la sensación de desgastarse en los obstáculos que se presentan ya que no se quejan, no discuten con lo que hay, no necesitan que las cosas sean distintas a como son para extraer de sí mismos lo mejor y dar la respuesta adecuada a cada situación.
Pero esto no es blanco o negro, todos hemos vivido la experiencia de ser arrastrados por las ilusiones o de ser impulsados por un genuino entusiasmo. La invitación es a que seamos más conscientes de qué tipo de motivación está operando en nosotros en cada acto. Adquirir el buen hábito de escucharnos permite desmontar las falsas creencias, minimizar el malestar existencial que se deriva de ellas e ir pasando, de una forma natural, de una vida de carencia a una vida plena…
Transitar, al fin, de una vida de ilusión dirigida desde lo externo a una vida de entusiasmo autoimpulsada.
Recomiendo los libros Las practicas diarias del Mindfulness de Thich Nhat Hanh, Meditaciones guiadas de Francis Lucille y Las enseñanzas de Eckhart Tolle de Marina Borruso
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Irene BADIA LAIDLER dice
Te agradezco enormemente los libros que nos recomendáis. Son todos de actualidad y me llegan profundamente.
Muchas gracias. Irene Badia.
erick patricio torres mena dice
Interesante, gracias