La mayoría de las personas que se acercan a la sala de meditación vienen con la idea preconcebida de que meditar es una práctica que consiste en luchar contra el pensamiento. Como si la meditación fuera un combate interior donde tratamos de someter y controlar a la mente. Esta forma de enfocar la práctica busca el logro de un objetivo predeterminado: derrotar a la malvada mente.
- Si éste fuera el caso, date cuenta de que te estás posicionando en un bando y colocando a la mente, como enemigo, en otro. Ésta es la semilla que perpetua la división, la contradicción y el sufrimiento.
Precisamente esta sensación de que debes luchar, de que debes controlar, de que debes vencer, es el viento que mantiene dando vueltas al molino de tu malestar. Si te aquietas un poco podrás escuchar como giran y giran sus aspas creando un cansino ruido de fondo.
Tu ilusión consiste en tratar de alcanzar una paz que crees que llegará el día en que logres dominar y vencer definitivamente a la mente. Pero a todo aquel meditador sincero que haya dedicado tiempo y energía a este tipo de práctica no le queda otra que reconocer su frustración. Y es que mientras siga en marcha el motor de la lucha la rueda egoica no se detendrá.
No digo que del esfuerzo del combate no se puedan obtener beneficios momentáneos, cierta paz, cierto bienestar, pero todos estos estados están irremediablemente abocados a pasar, no durarán.
- La meditación no es controlar. Cuando medites, no trates de controlar nada. Simplemente trata de crear un espacio para la mera observación. Date cuenta de cómo sucede la experiencia, de cómo es. No trates de intervenir en la experiencia. No la manipules. No busques un estado en concreto.
Por ejemplo, si estás observando la respiración date cuenta de cómo sucede. De cómo el movimiento se da por sí solo. No intervengas en ello. No fuerces la respiración. A medida que la observación de la respiración se va tornando más pura, la respiración va cambiando, sus exhalaciones son ahora más profundas y alargadas. Esto favorece que el cuerpo se vaya relajando. La mente se aquieta y se serena de un modo natural. No hay nadie luchando, ni tratando de controlar nada. Solo un presenciar desidentificado que favorece esta sintonización de la vibración del cuerpo-mente con nuestra verdadera naturaleza.
corco dice
me parece muy encertado tu exposicción y me gustaria que pudieras abrir una especie de «frutos del jardin», o sea unas pequeños sugerenias, mantras, o pequeños resumenes o comentarios, o frases que nos puedan servir para aquellos que nos gustaria empezar el dia con un pensamiento o con alguna » fruta».
NEUS dice
Hola Jordi, recomiendo esta página, por si algun dia os apetece cambiar de ambiente y comunidad, en pleno Penedès, Baix Llobregat,
http://www.canjulia.org/para-grupos/?lang=en
Excelente entorno para la meditación y el relax, buen vino, comida sana y muy buen ambiente, y el precio asequible, para grupos
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Julio dice
Podriamos decir que no hay nada que hacer ,ni nada que obtener, ni lugar ni nada ni nadie que medite, 🙏🙏🙏