Esta es la historia del despertar de Todd Haydon “Bala” contada por él mismo.
Actualmente soy psicoterapeuta y trabajador social en una escuela. Comencé mi búsqueda alrededor de 1985. Leí a Thoreau y a Emerson, dejé mi trabajo como profesor de tenis y comencé a buscar, aunque aún no sabía que me había embarcado en una búsqueda. Tenía 23 años y me encontraba profundamente deprimido cuando, en 1987, tuve la oportunidad de escuchar a Ramesh en una conferencia pública en Los Ángeles; más tarde, en 1988, viajé a India y me quedé allí durante tres años y medio.
Durante el verano de 1991 volví a encontrarme con Ramesh en Bombay y tuve la oportunidad de conversar con él en tres ocasiones. Al final de nuestra última charla le dije que había decidido regresar a Estados Unidos. Él me respondió algo parecido a esto: Tenía la impresión de que regresarías; ya has estado por aquí demasiado tiempo. Vuelve y busca un trabajo; a continuación me abrazó en señal de despedida. Y eso fue lo que hice (en realidad tengo tres empleos a tiempo parcial). Me interesé por la oración contemplativa cristiana, la psicología de Jung y el análisis de los sueños, obtuve un máster en Trabajo Social y, finalmente, conseguí el empleo que tengo ahora.
En 1994 leí No Way, publicado por Advaita Press y, aunque no entendí ni una palabra, me impactó de un modo intuitivo y pensé que me encantaría llegar a conocer a su autor algún día. El 11 de febrero de 1998 estaba en la cama con gripe cuando algo me impulsó a levantarme y a teclear “advaita” en un buscador de Internet. Vi la foto de Wayne y me puse a llorar, diciéndome: Éste es a quien he estado esperando, éste es mi gurú. Le envié un correo electrónico con la excusa de conseguir la dirección de Ramesh y a los pocos días me respondió. Unos meses más tarde lo visité en Atlanta.
Acababa de regresar de Nueva York, de un seminario con Wayne en el que, en un momento dado, tuve una intensa experiencia: fue, por decirlo de algún modo, como si todo el amor del universo tratara de apretujarse dentro de este minúsculo mecanismo cuerpo-mente. Wayne suele decir que la presencia de la Comprensión no está en la carne sino ¡aquí! Algunas veces lo grita mientras señala justo delante de él. Experimenté esa presencia y fue algo abrumador. Sentí un cambio pero, tras finalizar el seminario, me acostumbré a él.
Dos días más tarde estaba en la oficina y entré en el chatroom. Llevaba un rato chateando con alguien cuando dijo que en una conversación previa Wayne había comentado que yo era una joya. En ese preciso instante volví a sentir esa abrumadora presencia-amor. Me puse a llorar diciendo: Está aquí [el amor], está aquí. Comencé a preguntarme qué sucedería si alguien entraba en ese momento en la oficina y me marché de allí.
Mientras conducía, seguí llorando de pura felicidad: Está aquí, está aquí. Aparqué en una calle tranquila y allí tuvo lugar la Comprensión Final. Miré una larga brizna de hierba y la percibí no como si fuera movida por el viento, sino como una vibración en el universo —entonces tuve la percepción-comprensión de que aquel que estaba buscando se había fundido con lo buscado, y era Dios, no Todd. Era Dios quien lo había estado haciendo todo en todo momento—. Tuve una nítida percepción de que el yo no puede comprender que simplemente haya sucesos, eventos, percepciones, sin un yo. Miré la hora, eran las 9:56 de la mañana de un martes. Mi siguiente pensamiento fue: Vaya, será mejor que vuelva al trabajo. Y eso fue lo que hice el resto del día.
En realidad nunca había imaginado cómo sería la Iluminación. Había leído sobre la experiencia de Ramesh mientras traducía a Nisargadatta y por supuesto conocía la experiencia de Wayne. Tan sólo esperaba que si ocurría no me acarreara una carga de sufrimiento tan grande como la que Wayne había experimentado.
En realidad no hubo período de adaptación, estuve muy ocupado, trabajaba cincuenta y cinco horas semanales. Algunas veces, mientras conducía (conduzco mucho debido a mi trabajo), pensaba: ¡Así que es esto! ¿Es esto? (como esperando algo más). Siempre había pensado que Ramesh y Wayne bromeaban, con el fin de moderar la búsqueda, cuando decían lo poco extraordinario que es el suceso de la Iluminación. Nunca pensé que en realidad fuera así.
Manuel Zurita dice
Sería muy interesante que el estado al que aquí se llama de «iluminación», fuera permanente y no solamente un chispazo de lucidéz.
Por lo pronto deseo dejar un abrazo fraternal para todos los seres que hacen posible la difusión de esta información.
Atte: Doc Zurita