Al haber recibido varios correos electrónicos y mensajes de lectores que agradecen los artículos de recetas vegetarianas y que me comentan que están aprovechando la ocasión para realizar ciertos cambios en sus dietas, hoy hablaré un poco de los intríngulis que se esconden en todo proceso de cambio de dieta.
Conforme nuestra dieta mejora, nos vamos dando cuenta cada vez más de cómo los alimentos se preparan y se comen, y esto es, por lo menos, tan importante como la calidad de los propios ingredientes. Esta percepción no es forzada ni meramente poética, es parte de un proceso evolutivo en el cual la mente llega a lograr reflejar la realidad más acertadamente. Conforme maduramos con respecto a nuestra conciencia alimentaria y cultivamos mejores hábitos dietéticos, las dificultades comunes del cambio de dieta proveerán sus propias resoluciones.
Una dieta nueva no promete una buena salud automáticamente, pero si se lleva correctamente y con buena disposición y ánimo, será un apoyo y una fuerza en el proceso de una mayor armonización y salud para el cuerpo-mente.
La mayoría de enfermedades y disfunciones en el cuerpo-mente suelen surgir de mantener una perspectiva equivocada y rígida de la realidad. Un cambio de dieta es un remedio para superar la rigidez, puesto que nos trae cambios y la oportunidad de modificar, en el plano físico y en el emocional, las partes rígidas y sufrientes de la personalidad. Con perseverancia, tales transformaciones se irán convirtiendo gradualmente en un sinnúmero de renovaciones.
Principales dificultades durante el cambio de dieta:
1. Arrogancia: Creer que llevar una dieta buena nos hace en cierto sentido “superiores”. Enajenación que ocurre como resultado de juzgar las dietas de la familia y de los amigos.
2. Complejo de misionero: Tratar de convertir a otros a una dieta mejor sin primero haberla experimentado personalmente, ni tener un conocimiento a fondo de ésta. El ver el éxito de nuestros resultados es más efectivo e inspirador que los argumentos más convincentes.
3. Los vegetales no son carne: Intentar que los alimentos vegetarianos sepan tan suculentos como las carnes. Esto se intenta lograr con frecuencia con el uso de cantidades malsanas de productos salados y grasosos. Productos altos en sal son por ejemplo: miso, salsa de soja, umeboshi… Los productos altos en aceite son por ejemplo: mantequillas, margarinas… La combinación de alimentos salados y aceitosos con alto contenido de proteínas pueden ser deleitables, por ejemplo: la combinación de mantequilla de ajonjolí y miso para untar y en salsas. Sin embargo, sólo deberían consumirse en pequeñas cantidades porque causan problemas digestivos y alteran el hígado.
4. Síndrome de la proteína: Pensar que se está ingiriendo insuficiente proteína, debido a que existe una incertidumbre de si de veras hay valor en la proteína proveniente de las plantas, para luego sobrecompensar esto ingiriendo proteína en demasía en forma de legumbres, tofu o semillas. Los malestares digestivos pueden ser el resultado de la mala combinación de demasiada comida, en un intento de obtener el estándar socialmente aceptado o algún otro concepto mental de “proteína completa”.
5. El poder del mal hábito: El no reconocer los hábitos destructivos y el no tener la disciplina para suspenderlos completamente. Léase: consumo de alcohol, cigarros, café, drogas, dulces…
6. Masticar mal: La falta de una masticación minuciosa de los alimentos causará algunos de los problemas mencionados arriba. No nos sentiremos satisfechos comiendo alimentos vegetarianos parcialmente masticados y buscaremos el equilibrio con extremos de dulces, proteínas, aceites y/o una cantidad excesiva de comida.
[…] relación al artículo anterior: “cambio de dieta”, un lector de datelobueno.com me sugirió que me expandiera un poco más en el tema de la […]