La ciencia nos dice que el cuerpo cambia sin parar. La piel se renueva cada tres semanas, los glóbulos rojos se reemplazan cada 120 días, los huesos se regeneran cada diez años. Si todo en el cuerpo cambia, ¡todo!, ¿qué es lo que permanece? Tu cuerpo envejece, pero sigues siendo tú. Todas las células de tu cuerpo se renuevan y sigues siendo tú. Entonces, ¿qué es ese «yo» exactamente con el que te identificas? Nos aferramos a una historia sobre nosotros mismos, hecha de recuerdos, experiencias y etiquetas. Pero, ¿y si no somos esa historia?
Una tarde en la Sala Aruna, nuestro centro de meditación en Vigo, Miguel nos compartió su forma de entender la meditación: “Meditar es ver las cosas tal y como son.” Todos asintieron. Pero, ¿realmente comprendemos lo que significa? Una cosa es escuchar una frase que suena profunda y asentir con la cabeza y otra muy distinta es experimentarla. Podemos repetir como loros, convencernos de que la entendemos y hasta explicarla a otros. Pero si no la vivimos, es solo otra idea más en nuestra colección mental.
Creemos que ya vemos las cosas tal y como son. Pero, lo que llamamos «realidad» suele ser una interpretación sesgada. Este es el primer gran obstáculo en cualquier camino de autoconocimiento: el conocimiento previo. La convicción de que ya sabemos cómo son las cosas nos cierra las puertas a verlas realmente. No porque seamos tercos, sino porque la mente funciona así: clasifica, etiqueta y da sentido a todo lo que percibe.
Recibes un whatsapp con monosílabos y de inmediato piensas: «Está molesto conmigo.» Pero, ¿y si no? Tal vez está muy ocupado. Si estás por enfrentarte a algo nuevo, ya lo has etiquetado: “Será difícil.” Antes de que nos demos cuenta, la mente ya ha interpretado la realidad. No la vemos. Vemos la versión que la mente ha construido para nosotros. Nos pasamos la vida atribuyendo significados a lo que vemos sin darnos cuenta de que, muchas veces, solo estamos proyectando. Antes de sacar conclusiones, podríamos preguntarnos: «¿Es esto un hecho o una interpretación?» Gran parte de nuestro sufrimiento no proviene de lo que ocurre, sino de la historia que montamos alrededor de ello.
Todo lo que percibimos está filtrado por nuestra historia personal, nuestras creencias y patrones de pensamiento. No es algo que hagamos a propósito, simplemente es así. Meditar no es sentarse a buscar respuestas. Es hacer algo mucho más radical, es darse cuenta de que muchas de nuestras preguntas parten de supuestos equivocados. Es mirar sin necesidad de reforzar ninguna narrativa.
Meditar es ver las cosas tal y como son, sin superponer significados innecesarios. Es mirar sin filtros, partiendo del no-saber y sin la urgencia de interpretar o explicar. Pero, sobre todo, es vernos a nosotros mismos tal y como somos. Sin creencias añadidas ni autoengaños, solo ver. Observar la respiración sin querer controlarla y descubrir cómo funciona por sí misma. Sentir las emociones sin etiquetarlas y darnos cuenta de cómo se expresan y desaparecen. Notar cómo surgen los pensamientos sin identificarnos con ellos. No añadir interpretaciones, no adornar, no explicar. Solo ver. Esto suena simple, pero no es fácil. Estamos llenos de falsas creencias y, además, somos adictos a la interpretación.
Este interés por ver las cosas como son no se queda en la sala de meditación, se aplica a cada escena del día a día. Cuando sientas ansiedad, observa si estás reaccionando al presente o a un miedo del pasado. Imagina que toda tu vida has mirado el mundo a través de unas gafas teñidas de tus experiencias, creencias y emociones. Sin darte cuenta, confundes el filtro con la realidad. Pero un día, alguien te muestra cómo limpiarlas. Lo haces, y de repente, ves con claridad. La realidad nunca fue borrosa ni oscura. Simplemente la mirabas a través de una lente distorsionada.
Más sobre el autor:
Recomendamos los libros Meditación auténtica de Adyashanti, y Quien soy Yo? de Jean Klein.
Otros artículos relacionados que pueden resultar de interés:
¡Mientras hay esperanza, no hay vida!
Diferencias entre ilusión y entusiasmo
La utilidad de que algo te preocupe
La meditación no es controlar el pensamiento


Deja un comentario