El propósito de este nuevo artículo es seguir profundizando en el tema de la buena combinación alimenticia, pretende dar continuidad al artículo anterior: “Aprendiendo a combinar bien los alimentos” y concretar un poco más sobre las buenas y malas compatibilidades tal y como han solicitado algunos lectores del blog.
Los principios básicos de la buena combinación de alimentos:
Los alimentos requieren enzimas digestivas bastante diferentes para ser digeridas de forma correcta. Las carnes, el queso y los frutos secos precisan de un «entorno ácido» para digerirse correctamente, mientras que las patatas, el arroz, los pasteles, el pan necesitan un «entorno alcalino» para ser sometidos a una digestión adecuada.
El consumo de líquidos no debe hacerse coincidir con las comidas. La ingestión de líquidos durante las comidas diluye las enzimas digestivas y obstaculiza la digestión.
Asimismo, es importante que éstas, al igual que los alimentos, no sean sometidas a cambios bruscos de temperatura. El frío retrasa y disminuye la acción enzimática y el calor la destruye o la acaba paralizando.
Tres cuartas partes de los alimentos consumidos deberían ser alcalinos (por ejemplo, hortalizas y la mayoría de las frutas). De acuerdo con esta proporción, sólo la cuarta parte de los alimentos que consumidos deberán ser ácidos (especialmente proteínas).
La fruta debe tomarse sola o acompañada de alimentos compatibles: las frutas dulces deben combinarse con alimentos ricos en féculas; mientras que las frutas ácidas combinan bien con alimentos ricos en proteínas.
La leche es un producto que, debido a su composición, combina desfavorablemente con la mayoría de alimentos, aunque su contenido graso y proteico la convierte en un buen complemento de los cereales. En la dieta de las personas adultas, la leche puede tomarse en los productos en los que ya se encuentra cuajada o digerida en parte, es decir, en el queso, la mantequilla o el yogur. De todas maneras, la leche no es un producto de fácil digestión para los adultos.
Los postres se comen siempre después de las comidas, una vez que se ha comido hasta la saciedad, y muy frecuentemente más de lo que uno realmente necesita. Los postres, que consisten normalmente en pasteles, tartas, natillas, helados, frutas dulces,…, fermentan, forman gases y nos trastornan el estómago. Es mejor comerlos solos, a media tarde, con una infusión suave, por ejemplo.
Los alimentos pueden ser divididos en dos grupos fundamentales:
1. Macronutrientes: grasas, proteínas e hidratos de carbono.
2. Micronutrientes: vitaminas y minerales.
La mayoría de alimentos combina una cantidad variable de macronutrientes con pequeñas dosis de micronutrientes. Además, los alimentos contienen agua y fibra, dos sustancias fundamentales que en ocasiones son consideradas macronutrientes, ya que su presencia en los alimentos es importante en relación a la de las vitaminas y los minerales.
Los macronutrientes son los encargados de proporcionar al organismo la energía que necesita para sus actividades diarias, mientras que los micronutrientes (que no aportan energía) tienen la misión de asimilar o absorber los nutrientes.
Combinaciones de alimentos que se consideran correctas:
En general, las hortalizas combinan bien con la mayoría de nutrientes, de manera que si consumimos habitualmente este tipo de alimentos, no tendremos demasiados problemas con las incompatibilidades entre los alimentos.
De igual modo, las frutas se pueden mezclar entre sí sin problemas alguno, aunque no resulta aconsejable combinar frutas muy dulces con otras muy ácidas, por ejemplo, plátano con naranja.
Hortalizas – proteínas:
Las vitaminas, las sales minerales y el agua de las hortalizas favorecen la asimilación de las proteínas. En opinión de los expertos en combinación de alimentos, las proteínas combinan mejor con vegetales como el calabacín, la cebolla, la lechuga, las endibias, los rábanos, los berros, la col de Bruselas, la calabaza…, mientras que los cereales, combinan mejor con almidones.
Hortalizas – almidón:
Las hortalizas facilitan la digestión de los almidones. Ahora bien, los vegetales que contienen al mismo tiempo proteínas y almidón, como por ejemplo los guisantes y judías, deben consumirse considerándolos almidón o proteínas, es decir, evitando mezclarlos con otro alimento del mismo tipo.
Hortalizas – grasa:
Las grasas retardan, por lo general, el proceso de digestión del resto de alimentos.
Sin embargo, cuando las grasas se combinan con verduras (especialmente si son crudas), este efecto parece quedar neutralizado y la digestión de las proteínas se lleva a cabo con total normalidad, con lo cual se evitan muchos problemas. Es una buena solución para los «forofos» de los dulces.
Almidón – grasa:
Los almidones se digieren gracias a la acción de la pitialina y de la amilasa pancreática. La combinación de almidón y grasa no supone ningún problema porque la grasa no inhibe el efecto de estas enzimas.
Combinación de alimentos que debemos evitar:
Azúcar – almidón:
Se trata realmente de una combinación desaconsejable, ya que cuando tomamos azúcar la boca se nos llena de saliva, de modo que el almidón no puede empezar a ser digerido correctamente en la boca. Cuando el almidón se mezcla con mermeladas, miel o jaleas, estas sustancias no permiten la adaptación de la saliva a la digestión del almidón.
La fruta a su vez, en lugar de pasar directamente al intestino, se queda en el estómago con el almidón y comienza a fermentar, dando inicio a un proceso que sigue en el intestino. Entonces, el almidón se transforma de manera imperfecta en glucosa, provocando problemas de estreñimiento, irritación intestinal, gases,…
De acuerdo con lo expuesto, está claro que los pasteles y bollos mezclados con mermeladas, miel, frutas… producen fermentación, y tampoco son recomendables los pasteles de frutas, especialmente si estas son ácidas.
Podemos conseguir, no obstante, una cierta reducción de esta incompatibilidad si añadimos un elemento graso como la mantequilla o la nata. En este caso, retrasamos el proceso digestivo y permitimos una cierta adaptación de las enzimas.
Proteína – almidón:
En opinión de los defensores de las dietas asociadas, el principal problema de esta combinación radica en que las proteínas se asimilan en un medio digestivo ácido, mientras que el almidón lo hace en un medio alcalino.
Los efectos nocivos de la combinación de proteínas y almidones se dan en función del propio individuo. Lógicamente, las malas digestiones, la acidez… son una muestra de que esta mezcla nos resulta personalmente desfavorable. En tal caso, debemos evitarla o bien acompañarla con abundante ensalada.
Ácidos – almidón:
Los expertos parecen coincidir en la teoría de que el ácido destruye la ptialina y que algunas frutas ácidas, como la piña, el limón, la naranja o el tomate, contienen la suficiente cantidad de ácido para inhibir su acción y entorpecer el proceso de digestión del almidón.
De acuerdo con esta afirmación, combinaciones tan habituales para buen número de personas como el yogur con cereales o el pan con tomate deberían considerarse incorrectas. No obstante parece claro que, para la mayoría de personas, estas mezclas no resultan tan indigestas. Cada uno debe de auto-observarse y sobre esta observación ir haciendo los ajustes necesarios teniendo estos datos en cuenta.
En realidad, es nuestro propio organismo el que puede darnos las pistas más fiables sobre los productos que nos resultan o no adecuados. En caso de que algunas de las combinaciones incorrectas no nos produzca trastornos digestivos, digestiones pesadas o flatulencias, podemos seguir con ella, aunque con moderación e intentando dar prioridad a las combinaciones más favorables.
Las principales ventajas que se derivan de combinar bien los alimentos:
1. Aumento progresivo y notable de la energía.
2. Disminución de los problemas digestivos, flatulencias e indigestiones.
3. Mejora el aspecto físico y rejuvenecimiento tanto interior como exterior.
4. Fortalecimiento paulatino del sistema inmunológico.
5. Mayor facilidad para perder peso y para enfrentarse a la obesidad sin necesidad de pasar hambre ni de someterse a dietas estrictas.
6. Incremento a la jovialidad y de la lucidez mental.
Covadonga Fernandez Real dice
Si no me equivoco en el anterior artículo no se recomendaba mezclar la leche con los cereales y aqui si…me lo puedes aclarar porque yo si los mezclo.Saludos
Jordi Casals dice
A nivel de una buena compatibilidad digestiva, la leche combina mal con casi todo incluido los cereales. Otra cosa es a nivel de aporte de macronutrientes ya que en la leche encuentras grasa y proteina y si combinas con los cereales ya tienes el pleno con los hidratos de carbono que estos te aportarían. Por un lado tienes un desayuno más completo y nutritivo y por otro un desayuno incompatible a nivel de enzimas y más indigesto. Aquí una vez más la pauta es auto-obsevarse. No te quedes con que algo es bueno o malo en si mismo. Cada cosa tiene sus pros y sus contras y además hay que tener en cuenta la tipología del organismo. Lo bueno, en este caso, es ser más consciente de lo que comemos y de como lo digiere el organismo y apartir de aquí ir ajustando la alimentación a nuestra maquinaría concreta. Al igual que tenemos coches que funcionan con gasolina y otros con diesel cada cuerpo es un mundo. En mi caso, en estos momentos, he observado que la leche no me sienta muy bien ni siquiera tomándola sola. Pero no por ello recomiendo no tomarla como norma general para todos, aunque sí recomiendo observar la digestión cuando se toma leche si ésta se mezcla con cereales o frutas. Si detectas gases o barriga hinchada podría tener mucho que ver. Besos
corco dice
Buenos días Jordi, felicidades con el articulo.
Voy a habrir otro tipo de consulta que pienso que puede ser interesante para la gente como yo que ja alcanzamos los 60 años. El organismo,creo , a medida que se va haciendo mayor necesita otro tipo de alimentos que cuando es mas joven…. podrias indicar algun menu para el desayuno, que prácticamente se pueda aplicar más o menos cada dia ?
Un abrazo
Jordi Casals dice
A mi entender un yogurt con cereales es un buen desayuno siempre que compruebes que te sienta bien. Podrías alternarlo, según el día y la disponibilidad, con frutas frescas y ecológicas de calidad y zumos. Trata de observar, los días que desayunes frutas, si por las mañanas te sienta mejor la fruta dulce o la ácida, al ser posible no las mezcles y si lo haces observa tu digestión. También sería recomendable observar pautas sencillas del tipo desayunar siempre aproximadamente a la misma hora en un entorno agradable y relajado. Abrazo
Primor dice
Este artículo deja mucho más claro las buenas y malas prácticas que hacemos, a la hora de mezclar los alimentos; dejando la puerta abierta, para aquellos osados, que con estómagos de acero se atreven con todo. Muy bien.
Saludos